Panucho de dos tenates: De Oaxaca y Yucatán

A Ricardo Mendoza 

Como hacer una construcción clara, edificación palpable, obra tangible, 
tus manos y las mías ¡Nuestras sangres! 

Soplaron los labios -apretados, gruesos, a pinceladas dibujados- sobre la piedra y aliento maya infundieron, Ek Balám crearon. 
Susurraron los dientes -blancos, firmes, enfilados impecables- sobre la roca y con palabras vibrantes, Monte Albán engendraron. 

Nos tallaron las manos de los dioses, esculpidos fuimos del elote, 
maíz mi carne, balché mi sangre, maíz tu carne, mezcal tu sangre. 

Sembrados cual mazorcas para platillos distintos, en diferentes sitios. 
A mi nacimiento, pies mayas contra el suelo danzaron, 
al tuyo voces zapotecas rezaron las más bellas canciones. 

De mi ebullición, manos de mestizas crearon el panucho, 
de tu molienda, manos indígenas abastecieron los tenates. 

Panucho para tu tenate, como tlayudas para mi canasto, 
habanero para tus chapulines, chocolate para mi jícara. 

De guayabera y sandalias me vistieron para ti, 
de calzón y camisa de manta fuiste ataviado para mi. 

Venado degustaste y horchata te dieron a beber, me conociste aquella tarde en sueños de Mayáhuel. 
De tasajo me alimentaste, frijol y tejate, en casa mesoamericana te conocí soleada tarde. 

Somos faisán y guajolote, somos pitaya y chilacayote; 
Belleza y perrez, esqueletiquez y pachequez, 
xtabentún y bacú, henequén y agave, 
Tolosa y Mendoza, ¡Esto no tiene sentido! 

D. Tolosse

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