De Mendoza

A Ricardo Mendoza
 
Adoro tu calmante voz
que me arrulla al balanceo de tus ideas,
y porque hace cosas en mi,
porque escarba en mi tierra e hila mi raíz.
 
Adoro el alba que adorna,
cuando vamos a la leña de amor,
fundiendo, sin saber, para siempre nuestra vida,
por que sin saber, encaprichados, nos hicimos hermanos, mi amado.
 
Estoy dándote homenaje, mi maestro,
mi compañero, mi educando,
por esta estela que tallaste, la muralla a mi derredor, por mi tortilla y mi mezcal.
 
Te quedas siempre, porque somos casa,
te acercas, bailas, me proteges con tu rebozo.
 
Te volviste mi familia, eres el tío y el cuñado, el hermano y el padre,
un guajolote despeinado e intempestivo.
 
¿Qué cosa haremos al ocaso,
acaso bailáremos a los cerros,
haremos canciones para la lluvia?

Cantaré Diidxazá hasta que duermas,
hasta que vayas a los sueños de Cocijo,
hasta que vuelvas al cielo, hombre de las nubes.
 
D. Tolosse

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