Mis padres, padres de nadie

Soy malo hablando sobre ustedes, confieso que lo hago porque nunca he sentido el nosotros, el que predican ¡Que Dios se los demande!

Confieso que los perdono, en mi adulto racional he comprendido que en el suyo propio intentaban ayudarme, nadie se vuelve mounstro sin motivaciones, nadie destruye sin impulsos.

Soy el fantasma de sus fantasías humanas, aunque ahora sean espirituales, soy la resaca de la que Él no habla su Palabra, el restante, el desperdicio de sus convenios.

Soy el comprometido, el esperado, el de la bendición; y que todo lo volvió hacia el fracaso, el desorden, la corrupción.

Soy el culpable de que todo haya salido mal. El resto de hijo, lo poco, lo nada que se les dió y en esta posición asumo que debo pedir perdón, dejar de ser una persona y reconocer mi error.

Pusieron sobre mi una piedra enorme, que terminó por destruir quien era, no les miento pude ser extraordinario, pero cada palabra, cada regaño, cada gesto, cada Maricón, y se que no ustedes no sabían, terminó matandome.

Y soy un zombie entrenado para intentar estar bien y no poder, un pedazo del recuerdo de ese niño muerto, la herida que ustedes se abrieron, la enfermedad que nos consume.

Soy una sombra apagada, una llama extinta, un montón de sus ideas revueltas con mi cadáver, un chiquillo que quería tener familia y no a Dios.

Los perdono.

D. Tolosse


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